Constancia es una tía, o una madre, o una abuela, de un tiempo y de un país, que se vieron obligadas al exilio en sus propias casas, guardando el luto de los desaparecidos. En un momento de la historia donde acaba de pasar otro momento tan dramático que dejaría marcadas a varias generaciones. Los años cincuenta del siglo pasado en España, fue un tiempo en el que el prisma solo enfocaba al pasado y donde la esperanza estaba por llegar.
Constancia habla del dolor cuando anida en el interior de las personas y deja un vacío grande, habla de cuando la supervivencia se escondía tras gruesas paredes de adobe, para ocultar las desgracias y retener la rabia.
Al fin y al cabo, Constancia habla de las personas, de su corazón, de su coraje, de su ira y del amor, sobre todo del amor, como un salvavidas al que aferrarse cuando la tempestad arrecia sin misericordia.