Todo comienza con una explosión, con un sonido atronador y surge la Vida. La Vida baila al ritmo del corazón que late y el corazón que siente. La Vida crea una red donde ningún ser se queda fuera, ninguno cae. La Vida cuida, protege y crea.
Crea al ser humano mujer que descubre el mundo y a sí misma. Que tiene un corazón que late y que siente. Que se pone contenta y, a veces, también triste. Un corazón, que cuando se derrota, no tiene fuerzas para latir, ni para amar. Pero la mujer sabe que, formando parte de una red, no puede dejar de vivir, porque la vida también depende de ella. Así que lucha, y aprende que ella puede.
Y se deja guiar por el amor, y a veces por la desilusión, para volver a recuperar toda su fuerza, todo su amor y lanzarse a por sus ilusiones de realización individual y colectiva. Se lanza y descubre que esa red que está tejida puede parecer invisible, pero no para las valientes y los valientes, porque saben que no sólo la vida les sostiene, sino que tiene la fuerza de su alma para conseguir sujetar a quien lo necesite.
En este montaje, donde la danza es la verdadera protagonista, el público se identificará con lo humano y lo esencial de los personajes.
Descubrirá la fuerza de la Vida, de la Naturaleza. El sonido y el ritmo de la Tierra, que brota y crece.
A través del movimiento, pasando por música de ópera, bossa nova, africana, clásica y hasta de videojuegos, desde el patio de butacas asistiremos a un montaje donde el teatro de movimiento, la danza aérea y la lucha coreografiada serán elementos escénicos dentro del amplio abanico que podremos disfrutar teniendo como base la danza neoclásica.
Los recursos expresivos corporales -a través de la danza y el teatro- son todos ellos utilizados para transmitir que la única opción para vivir, es luchar siempre por la vida y nunca derrotarse. Porque así, el éxito está asegurado. Y en caso de no conseguirlo, es que aún no ha terminado el espectáculo. Por lo tanto, no se levanten aún de sus asientos.